Las urgencias llamaban a la puerta del Almería momentos antes de comenzar el choque. Los deOltra, que en el mes de enero han demostrado una notable mejoría, sabían que el choque de este sábado ante el Espanyol debía convertirse en el punto de inflexión necesario para poder respirar tranquilos y afrontar con energías renovadas su lucha por un objetivo humilde pero inmensamente gratificante: la permanencia.
Y así resultó. El Almería apeló a la unión, a las fuerzas de flaqueza, a la fe, para encarar un partido ante unos visitantes que crecen sin hacer ruido pero rodeados de nueces. Mientras todo el mundo habla en nuestro campeonato del virtuosismo del Barça o los impulsos del Madrid; Villarreal yEspanyol practican un fútbol aderezado en el buen gusto sin que las portadas se hagan eco de ello.
Pero esta vez el esquema de Pochettino se vio resquebrajado por las ausencias en su defensa.Vilà y Víctor Ruiz pusieron hace pocos días rumbo al Calcio y sus escapadas todavía no han sido digeridas en el equipo blanquiazul. Pochettino, ante tal panorama, probó con una defensa joven e inexperta que encajó tres goles en los primeros 18 minutos. Gran parte de la culpa recayó sobreKameni, que pudo hacer mucho más en al menos dos de los tres goles locales. No es la primera vez que el camerunés alterna grandes intervenciones con sonrojantes pifias.
Marcelo Silva, Uche y Bernardello celebraron casi incrédulos sus tempraneros goles. Resulta incomprensible como se pudo helar tan fácilmente el Espanyol en un campo con temperatura veraniega. Los catalanes no reaccionaron hasta el minuto 18 cuando Sergio García lo intentó con un disparo lejano tras un buen pase entre líneas de Verdú.
Tras la tempestad de los primeros 20 minutos, sendos conjuntos decidieron remitirse a sus diferentes pero igual de válidas creencias. Con un fútbol exiguo, los locales recurrieron al corazón mientras que los catalanes insistieron más en su juego combinativo que promueve Pochettino. Un planteamiento que exige dosis de solidaridad y calidad a partes iguales y que resulta tremendamente agradable a la vista del aficionado pero en ocasiones -como la de hoy en los Juegos- susceptible al resultado final.
Los almerienses pecaron de temerosos tras sus tres goles iniciales. La renta parecía suficiente y por ello su técnico decidió agrupar gran cantidad de futbolistas en torno a su área lo que coaccionó al resto de compañeros a jugar muy estirados. Así, reducían sus recursos ofensivos que priorizaron al juego directo. Las bandas, con la velocidad dePiatti y Uche, resultaron las vías de escape. Ulloa, desde la punta, ejercía como la baliza rojiblanca que sostenía y orientaba los ataques de su equipo.
Siempre con el esférico como blasón, los de Pochettino tocaban con sensatez aunque demasiada pausa hasta la meta de Alves, inmenso por enésima vez, hasta que en el minuto 33 llegó el tanto que cambió la inercia del partido. El gol fue tan extraño como el inicio de la tarde. Forlín chutó a puerta, el balón lo repelió Alves pero el rechace del larguero le cayó a Verdú que lo empujó hacia dentro. Con el 3-1 y los ánimos revolucionados se llegó al intervalo.
Reacción visitante
Los blanquiazules evidenciaron en la segunda mitad las buenas sensaciones de otras tardes, aunque en ocasiones es esa misma virtud la que les acaba obcecando. Los locales, por el contrario, asustaban a Kameni con muy poquita cosa. Se nota el miedo y las prisas que invade el vestuario de este equipo, sólo así se explican los problemas que tuvieron para defender tan cuantiosa renta.
Los blanquiazules evidenciaron en la segunda mitad las buenas sensaciones de otras tardes, aunque en ocasiones es esa misma virtud la que les acaba obcecando. Los locales, por el contrario, asustaban a Kameni con muy poquita cosa. Se nota el miedo y las prisas que invade el vestuario de este equipo, sólo así se explican los problemas que tuvieron para defender tan cuantiosa renta.
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